Sometime Around Midnight[Sebastián]

Últimamente estaba visitando el Royal Hospital muy seguido. A veces había que retirar algunas cosas y llevarlas a otro lado, o llevar cosas de otro lado hasta el hospital, siempre era lo mismo, personas caminando de un lado a otro, a veces corriendo, heridos, personas preocupadas por alguien más, o por ellos mismos. No me agradaba demasiado, no por lo que veía, sino porque detestaba los lugares tan cerrados como ésos y tan llenos de gente. Además ¿no se suponía que a los enfermos les hacía bien de alguna forma la luz del sol?, uno podía ingresar con un dolor de cabeza y luego salías con una depresión post-hospital a causa del encierro.

Ya conocía a algunas personas, y además mantenía cierto contacto con un médico con el cuál había hecho algunos cursos durante la carrera. No eramos amigos, era simplemente una persona más a la que conocía, por lo tanto, siempre que nos cruzábamos lo único que intercambiabamos eran generalidades, y a veces eran rellenos que quedaban en el medio cuando nuestros trabajos coincidían.

Aquél día practicamente me lo había pasado ahí. De vez en cuando salía a la calle para fumar unos cuántos cigarrillos, para después comprar más café en la cafetería de la esquina y volver a entrar. Parecía ser un día bastante denso, no me gustaba que sean así, pero por suerte de ésa manera mi mente se mantenía activa y ocupada en otras cosas.

Estaba haciendo lo que hacía cada vez que visitaba el lugar, nada se salía de lo normal, fue por éso que no se me hizo dificil ver a Gabrielle entre todas esas personas. Ella no era parte de lo que hacía todo los días, de las personas que veía con frecuencia, de hecho hacía años que no me la cruzaba. Una vez, quizás dos años atrás la había visto desde mi auto, estaba caminando por la calle, pero su hermano me impidió en cierta forma acercarme, si iba a volver a hablarle iba a ser en un momento en el que podamos estar solos, para qe nadie arruine las cosas.

No supe si me despedí o no del médico con el que había estado hablando. Cuando fui un poco más consciente de mis actos me encontraba caminando hacia ella. Quizás fue un poco obvia mi mirada, pero no pude evitar notar que seguía viendose igual de hermosa que años atrás. Todo en ése momento pareció estar bien, hasta que recordé de repente por qué nos habíamos separado. Mi mirada cambió un poco, ahora me acercaba con un poco más de cautela, quizás ella no querría hablarme.

Me paré en frente y me acerqué de a poco para darle un beso en la mejilla, dudando durante un momento, pero ya me encontraba lo bastante cerca de ella como para arrepentirme.

-hola -fue lo único que me salió decirle.

Estaba nervioso, intenté no estarlo, y mucho más, intenté que no se note, pero estaba seguro que todos se habían dado cuenta, desde el momento en que dudé en darle un beso o no. Me había dejado acercarme hasta su mejilla, eso superaba mis expectativas, esperaba que me de vuelta la cara o me ignore por completo. Me quedé mirando sus ojos en silencio, se veían bien desde ese lugar, casi había olvidado su color y como casi resplandecían con la luz. Miré a nuestro alrededor para apartar mi mirada por un momento de ella y volví a mirarla cuando me preguntó cómo estaba.

Hice algunos gestos con mi boca, las palabras costaban en salir. Me reí rápidamente y respiré, necesitaba calmarme.

-estoy bien... muy bien de hecho -el haberla encontrado acababa de cambiar mi día por completo-... algo cansado, pero el café lo solucionará -le dije levantando mi mano para mostarle el vaso que contenía café. Me volví a quedar en silencio, era raro estar hablando con ella, era como si creyera que no era de verdad, que sólo me la estaba imaginando-. ¿Y tú? ¿cómo has estado? -le pregunté bajando la mirada un momento, el piso parecía estar más interesante que todo lo demás... tenía miedo de su respuesta, tenía miedo que esa pregunta desencadene una cosa atrás de la otra y me cuente que ahora estaba con alguien más... cosa que si la pensaba bien era racional, habíamos terminado nuestra relación hacia tiempo ya, si pensaba que Gabrielle me iba a esperar podría ser tonto de mi parte.

A pesar de todo volví a levantar la mirada, había deseado muchas veces poder volver a tenerla en frente, y ahora que se había cumplido ése deseo no podía desperdiciar los minutos contados que tenían mis ojos para ver cada detalle de ella.

-pasó tiempo, ¿no?... es raro encontarnos así, pensé que no volvería a verte -declaré con una leve sonrisa de nostalgia en los labios.

Me tuve que acercar un poco más a ella para escuchar lo que me decía, su voz era casi un susurro, y tenía que confesar que no me molestaba para nada acercarme más a ella, desde esa distancia podía sentir su perfume. No quité mis ojos de los de ella cuando me habló, sentía que las personas pasaban por nuestros costados, pero podía decir que casi no escuchaba el murmullo de los demás, sólo escuchaba su voz, y por momentos mis ojos iban hasta sus labios, sólo hasta que me daba cuenta de que los estaba mirando, y volvian a sus ojos.

Asentí en silencio, aún con una leve sonrisa en la cara cuando dijo que habían pasado casi cinco años. Ella estaba seria, por lo que en un momento me hizo pensar que el encuentro no se le hacía para nada agradable, pero algo pasó adentro mío cuando ella con sus palabras me demostró todo lo contrario. Sabía que no lo estaba diciendo de manera sarcástica, ni tampoco estaría mintiendo. Las palabras de Gabrielle siempre habían sido verdaderas.

-sí... agradable -repetí casi instantaneamente luego de que ella dijo ésa palabra... era más que agradable, se sentía mucho mejor de lo que lo había imaginado. Pensé por un momento en decirle lo bien que se veía, no sólo físicamente, se notaba en su mirada que estaba en el lugar que quería, que trabajaba de lo que realmente le gustaba, pero había muchas otras cosas que quería decirle también, preguntarle, contarle.

-me alegra verte bien -le dije simplemente, me volteé para mirar la puerta de salida, no estaba seguro de poder pasar por ahí sin ella. Volví a mirarla y comencé a dar vueltas el vaso entre mis manos mientras le hablaba-. Estaba a punto de ir a almorzar algo además de café... Debes tener mucho trabajo pero no pierdo nada con preguntarte si te gustaría acompañarme -sí, era una situación rara, preguntarle eso cuando de repente la veo después de tantos años sin saber de ella, pero ahora que la había encontrado no quería volver a perderla de vista, al menos no hasta tener una charla qe en mi cabeza había estado pendiente día y noche.

Tenía ganas de estar con ella, sólo ahora que la tenía cerca me daba cuenta de cuánto la había extrañado. Quería hablar con ella como en los viejos tiempos, quería que olvidemos todo lo que había sucedido y volvamos a empezar, pero sabía que iba a ser dificil, yo la había acusado de algo que no era fácil de olvidar, y el hecho de decirle que ni siquiera lo había pensado tan de ésa manera no arreglaba nada. Tendría que mantenerme alejado, si ella me decía que estaba con alguien más entonces yo le diría lo mismo.

De todas formas no pude dejar de sonreír cuando aceptó mi propuesta. Sentí una leve adrenalina al recibir su respuesta, las cosas se estaban dando de manera inesperada y no podía dejar de pensar en que éso era algo positivo, como cuando nos conocimos, sucedió sin que ninguno de los dos lo espere, nadie forzó nada en ningún momento, las cosas se dieron de forma natural, y de todo éso me gustaba la imprevisibilidad.

-no, no me gustaría comer gelatina, pero tampoco me molestaría que me prepares algo -le dije con sinceridad... quizás demasiada, tenía que dejar de llevarme por impulsos como ésos, primero dejaría que ella me cuente sobre su vida, y luego, quizás, trataría de que me haga un lugar en ella nuevamente, porque sí, la había extrañado, había pensado en ella todo este tiempo, quería que arreglemos los malos entendidos y entonces seguir como eramos antes.

-así que... llévame a tu casa -le dije mirándola con seriedad, esperando a que diga algo, pero antes de que lo haga reí y le hice una seña para que camine conmigo-. Es broma -dije casi riendo-, muéstrame donde queda ése lugar que conoces.

La miré de reojo cuando me agarró de brazo, quizás no se había dado cuenta de lo que acababa de hacer, o tal vez lo hizo conciente y aquello no se le hacía incómodo, cosa que no me molestaría, me gustaba la idea de que no haya distancia entre nosotros, no me refería a la física, sino a en cuanto a nuestra relación, ser amigos como lo eramos antes.

Fue por eso que giré mi cabeza para mirarla cuando me soltó, evidentemente había sido un acto inconciente. Cuando su mano se rozó con la mia la moví para casi agarrarla, pero ya habíamos llegado al lugar, por lo que decidí no hacerlo, metiendo después mis dos manos a los bolsillos.

Cuando me había estado contando de su vida noté que en un momento se había detenido, no era tonto, ni sordo. Había ido con alguien más a Paris, quise preguntarle quién era esa persona, pero era más que obvio. Era estúpido de mi parte pensar que podría estar sola, Gabrielle era hermosa, inteligente, todo lo que un hombre podría estar buscando. Me sentí algo enojado, o celoso, no había viajado conmigo pero sí lo había hecho con otro. Pero de todas formas intenté no pensar en eso, no era su dueño y no tenía derecho a sentir celos de ninguna clase.

-no has perdido el tiempo entonces -le dije utilizando un tono que no haga quedar aquella frase como una ironía, le sonreí y caminé detrás de ella cuando nos mostraban la mesa en donde nos sentaríamos. Me quité el abrigo y lo puse detrás de la silla, sentándome después frente a ella. Me había preguntado si había cambiado mucho, era algo que ni siquiera yo mismo sabía.

-no sé a qué tipo de cambio te refieres... físicamente creo que tengo un par de años más encima -le dije bromeando, pero luego continué hablando en un tono más serio, aunque sin exagerar-. Creo que sí he cambiado desde la última vez que nos vimos, pasaron muchas cosas que me hicieron cambiar, es lo que le pasa a todo el mundo ¿no? Terminé mi carrera, trabajo, hago cosas que me mantienen ocupado, por lo que me queda poco tiempo para mi vida "privada" -el mesero se nos acercó y miré a Gabrielle esperando a que ordene algo para tomar, para después pedir un jugo de naranja para mi-. A veces me pongo a pensar en las personas que además de ocuparse de uno mismo tienen que ocuparse de alguien más, y además trabajan... no creo que podría hacer las dos cosas a la vez.

Gabrielle seguía siendo la misma persona de la me había enamorado, me quedé viendola como idiota cuando le ordenó al mesero jugo de manzana, fue amable con él y no me sorprendería que el mesero quede un poco hipnotizado por su voz y su dulzura. Era de esas personas a las que querías conocer hasta el final después de haber cruzado sólo dos palabras. Sonreí bajando la mirada, la escena se parecía mucho a una de todas las veces que habíamos salido a cenar juntos, las veces en las que el lugar estaba tan lleno de murmullos de personas que la voz de ella no se escuchaba con claridad, este no era el caso, pero recordé cómo me gustaba molestarla con eso.

Bebí un poco del jugo que me habían traído y comencé a ojear la carta para pedir algo para comer.

-tú también te ves bien con esos años de más... muy bien -dije lo último casi susurrando, me dieron ganas de decirle que se veía hermosa, pero no me pareció correcto, y para calmar esas ganas me concentré en las cosas que decía la carta, aunque en realidad no estaba leyendo nada, en lo único que podía pensar era, fue por eso que cuando el mesero volvió para pedir la órden pedí lo primero que se cruzó en mi vista... y creo que había sido carne con lago más... no me importaba demasiado, de hecho ya no tenía tanta hambre, tampoco la tenía cuando la invité, aquello sólo había sido una excusa para pasar más tiempo con ella.

La miré extrañado cuando dijo que para ella no había sido nada dificil. Sí, ya era evidente que me estaba escondiendo algo, había algo que no quería decirme, pero yo ya lo sabía de alguna forma u otra, estaba con alguien más y seguramente no quería decirmelo, al menos no por ahora. Yo no iba a preguntar, porque tampoco quería que me lo confirme.

-de hecho tampoco hace falta casarte para tener que brindarle un poco de tu tiempo a alguien más -le dije, evitando el comentario de "seguramente tú lo sabes muy bien a eso", sabía que no estaba casada, no llevaba ningún anillo en su dedo, no era algo de esa magnitud. Noté como desvió el tema un poco, llevando la conversación hasta su amiga.

-si sigue con él es porque lo quiere... es así cómo funciona, ¿o no? a veces hay que ceder un poco cuando quieres a la otra persona -dije algo pensativo, era raro estar hablando de eso, estar hablando de algo que yo no había hecho y había aprendido a la fuerza.

Asentí cuando me preguntó si había seguido con criminalistica.

-sí, seguí con eso y ahora estoy tabajando para el FBI (con los agentes molder y scolly XDDDDDDDDDDDD (?) ), y en los tiempos que tengo libre del trabajo curso para terminar la carrera de sociologo -moví uno de mis pies en ese momento y sin querer la golpee, le pedí disculpas y me reí internamente recordando ciertas cosas que habían sucedido debajo de la mesa alguna vez sin que nadie se enterara-. ¿Tú sí trabajas en ese hospital? había estado ahí antes y nunca te había visto.

Noté cómo sacaba algo de su bolso y me ofrecía. Negué levemente con la cabeza, acababa de pedir algo salado, quizás después podría probar un poco. Sonreí cuando vi como sus mejillas se ponían más rojas de lo normal, me dieron ganas de llevar mis manos hasta ellas para acariciarlas, seguramente su piel seguía siendo tan suave como lo había sido siempre, pero en vez de hacer eso puse mis manos alrededor de mi vaso para no dejarme llevar sin darme cuenta.

Me gustaba hablar con ella, tenía ese algo que me hacía sentir más seguro, me hacía saber que estaba haciendo las cosas bien. Había sido muy independiente durante casi toda mi vida, pero cuando conocí a Gabrielle las cosas habían cambiado un poco, comencé a necesitar sus palabras, era de esas personas que te brindaban cierto apoyo sin ahogarte. Sabía que estaba feliz por lo que le estaba contando, ella era sincera, siempre lo había sido conmigo, y no era como cuando X persona se alegraba por mi... me era dificil creer esas palabras de otra persona, pero cuando Gabrielle me las decía las creía con los ojos cerrados.

-gracias, eres la primer persona que me entiende creo, nadie sabe que desde siempre quise entrar a la carrera -y era cierto, nadie me conocía tan bien como ella. Me quedé escuchando lo que me decía, era una lástima que no trabaje ahí, quizás con eso pensaría que la vería más seguido, pero no. A ella también se la veía más que feliz con lo que estaba haciendo, no sólo feliz sino también muy concentrada, pero cuando se detuvo y me miró de esa forma fruncí el ceño e hice a un lado mis manos para que el mesero deje el plato sobre la mesa.

-disculpa, pero no entendí lo último. Como cuando ibas a qué -pregunté mientras cortaba un pedazo de carne. Esperé a que responda, aunque algo adentro mío me seguía diciendo que había algo que me estaba escondiendo. No entendía por qué no quería decirme que estaba con alguien y ya. Fue así como en ese momento sonó algo en uno de mis bolsillos y rápidamente pensé en la forma perfecta de sacarle provecho a eso. Le dediqué una mirada de disculpas y atendí la llamada.

-Jessica (Biel e.e e.e e.e e.e) ¿qué sucede? -dije tratando de poner el tono más casual posible, era simplemente la secretaria de mi jefe, tenía que entregarle a ella unas muestras que había recogido del hospital-. Estoy almorzando con una amiga en este momento, ire en cuanto termine -Gabrielle era eso ¿no?, mi amiga. Esperé a que la chica corte la comunicación y seguí con el teléfono sobre mi oído-. Yo también te quiero, adiós -dije lo último un poco más bajo. En ese momento supe que jamás en mi vida había sido tan patético, ni siquiera cuando era más joven y hacía estupideces.

-lo lamento, ¿qué me decías? -pregunté mientras guardaba el celular, manteniendo mi mirada sobre mi plato, no me animaba a mirarla.

Todo lo que estaba sintiendo hasta ese momento se rompió un poco cuando él contestó al celular, ni siquiera me dieron ganas de comerme el pastelito de Stella porque de pronto el chocolate se volvió amargo. Estuvé a nada de decirle que teníamos una bebe preciosa y que los últimos años no había estado con nadie que no fuese ella, que se había vuelto mi prioridad, mi amor, ella era todo lo que que tenía y muy a mi pesar y por más que doliera debía aceptar que él estaba con otra mujer y que seguramente la amaba mucho. Bajé la mirada y pusé las manos sobre la mesa cerrando el toper con fuerza y a la vez con dolor, le sonreí de manera distante y triste y después moví la cabeza en señal de que no había problema.

-No era nada importante -le di un sorbo a mi bebida y tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para que no se me escaparan las lagrimas. Eso me pasaba por tonta, por creer que las cosas no habían cambiado, por creer que él iba a seguir solo después de todo este tiempo. Agarré aire y fingí una sonrisa.- Solo que me recordó a cuando nació la hija de Zavannah, ¿te acuerdas de ella? -dejé el vaso sobre la mesa y me acomodé el cabello de un solo lado, aún cuando me sentía un poco desilusionada seguía feliz por él porque había logrado lo que quería. Tal vez y si era cierta una de mis teorías entonces no había estado tan mal mentirle e irme sola a tener a Stella porque de lo contrario Sebastián se habría frustrado y habría terminado huyendo de todos modos.

Habían un montón de pensamientos en mi cabeza y me sentía muy tonta pero que va, ya nada podía hacer. Vi que no me miraba a los ojos, ¿sería que le daba pena decirme que estaba con otra? No entendí qué estaba pasando pero cuando Sebastián no me miraba a los ojos es porque me ocultaba algo, el nombre de la chica era Jessica y le había dicho que la quería, tal vez por respeto no le dijo yo también te amo, cariño pero no tenía que cohibirse, yo no era más que una amiga para él o al menos eso aspiraba a ser ahora que nos habíamos encontrado, así de repente, aunque a decir verdad si aspiraba ser su amiga lo mejor era hablarle con sinceridad, lo miré a los ojos y hablé con firmeza.

-Me alegro que hayas seguido con tu vida, recuerdo todos tus planes y saber que los has llevado a cabo no me deja más que una gran satisfacción, conocerlos y haber sido parte de ellos me encantó, me encanta que seas lo que siempre quisiste ser. -esperaba que no se notase mucho el tono de mi voz o más bien en el tono de mi voz la tristeza que el llamado de "jessica" habían provocado.

Esta vez fui yo la que había clavado la vista en su plato, mis ojos se debatían por dejar una lagrima salir, tuve el impulso de salir corriendo pero no, no iba a hacer eso porque no sabía si lo volveria a ver después de una cosa así. Saqué el celular de mi bolsa y busqué entre las fotos, pusé el celular frente a él y sonreí con melancolía.

-Ella es la dueña ahora de ese corazón que está en el Royal, vine a recuperarlo para ella -lo miré son seriedad y no pudé contener más las lagrimas, dejé que una rosade por mi mejilla y me disculpé levantandome de la mesa y yendo al baño para tranquilizarme un poco. Cuando estuvé ahí sentí que el mundo se me venía encima porque ahi junto a la foto de la chica estaba una foto mia con Stella y el señor ponejo, crucé los dedos y me mordí los labios para que Sebastián no tomara el telefono y le diera por curiosear.

Tomé aire y salí con el corazón en la mano dispuesta a dar explicaciones o inventar una mentira estúpida que era obvio que él no creería pero al menos podia intentar. Stella es hija de Gaspard o de Julian

Me fue imposible no notar el cambio en su tono de voz, en sus ojos. Quizás había hecho mal, pero me adelanté, me preparé para algo de lo que todavía no estaba seguro. Desde el primer segundo que la había visto en el hospital sentí que las cosas podrían llegar a volver como antes, pero de a poco todo eso se fue esfumando, sabía que Gabrielle me escondía algo y no podía ser otra cosa que alguien más en su vida, y ese alguien más no era yo, ya no era yo y no lo volvería a ser.

-sí, me acuerdo de ella -dije casi murmurando, en ese momento no tenía cabeza para pensar en alguien más. Me acordaba de Zavannah, pero ni siquiera pude poner en mi cabeza una imagen de su rostro. De repente ya no sentí hambre, dejé los cubiertos sobre el plato y lo hice a un lado. No pude mirarla a los ojos cuando me dijo que se alegraba de todo lo que había conseguido durante todos estos años. Yo no me alegraba, lo único que hacia era trabajar y pensar en que hubiera pasado si me quedaba con ella, si no hubiera arruinado las cosas como las arruine.

Sonreí como pude y asentí en señal de agradecimiento.

-gracias, yo también me alegro por ti, por todo lo que has logrado, te ves feliz así -le dije todavía sin mirarla, ya que no lo estaba diciendo enserio, y si la miraba se iba a dar cuenta. No era por el hecho de verla feliz, sino porque estaba enojado por no formar parte de esa felicidad, porque yo quería que sea así, pero ya no se podía. De repente sentí que invitarla a almorzar no había sido tan bueno después de todo.

Finalmente la mire cuando noté que había acercado su celular hacia mi. Lo tomé rozando su mano con la mía intencionalmente, con ganas de tomarla entre las mías y no volver a soltarla. Miré la foto, casi sin mirarla, ya que había notado que su voz se había quebrado. Desvié mi mirada de la foto y la miré a ella, quedándome callado porque no supe qué decir cuando vi que estaba llorando. Pensé que se iba a ir del lugar, pero supe que no lo haría cuando me dejó el celular en las manos.

La miré de reojos hasta voltear para verla cuando entró al baño, yo me quedé en silencio con el aparato en la mano. Pediría la cuenta y terminaría con esto de una vez, era evidente que no nos hacía bien a ninguno de los dos. Miré a mi alrededor y busqué al mozo... no lo vi, fue entonces cuando se me ocurrió presionar la tecla que me dejaría ver las demás fotos en el celular, quería saber quién era él. Pero la siguiente foto me dejó sin ganas de querer ver más, vi a Gabrielle y una pequeña niña junto a ella. No sólo estaba con alguien, sino que también tenían una hija. Ni siquiera llegué a ver del todo bien la foto, no quise ver más, dejé el celular rápidamente sobre la mesa como si me quemara.

Cuando Gabrielle volvió no la miré, no quería mirarla, y no lo hacía con la excusa de estar buscando al mozo para que me traiga la cuenta, así podría pagar e irme lo más rápido posible, necesitaba un cigarrillo... o varios. Hasta que por fin pude dar con él, no hizo falta que se acerque hasta mi, desde mi lugar le pedí la cuenta con una seña.

No me di cuenta cuando ella estiró su mano hasta mi mejilla, aquello me sorprendió. Seguramente sentía pena por mi, seguramente se había dado cuenta de mi farsa y pensaba que era un pobre idiota. La miré a los ojos, pero no dejé que su mano siga en mi mejilla, la agarré con mi mano y la bajé dejándola sobre la mesa, la sostuve durante un momento para que no sea tan obvio el hecho de no querer que deje su mano ahí y luego aparté la mia.

-¿si?, me alegro mucho por ti entonces -sólo pude sostener mi mirada sobre ella un momento, no entendía por qué tenía que decirmelo. Ya me había dado cuenta, y no tenía que mirarme de esa forma, como si le diera lástima. El mozo llegó con la cuenta y escuché lo que Gabrielle me dijo a continuación, miré la foto de reojo y luego busqué mi billetera para pagarle al hombre que ya comenzaba a mirarnos raro, primero porque había ordenado y no había comido nada, segundo porque parecía, por nuestras caras, que estabamos a punto de ir a un funeral.

-sí, ya vi, tienes una hija, me alegro mucho por ti -dije algo cortante. Para mi sólo había una realidad, y esa realidad era la que yo creía que era-. Era lo que querías, ¿no? de verdad estoy feliz por ti, y me gustaría seguir con esta conversación pero tengo que irme, me están esperando -le dije levantándome de la silla, esperando que ella también lo haga.

Agarré el dinero que ella dejó sobre la mesa y lo llevé conmigo hasta que salimos del lugar. Mientras ella hablaba con alguien con el celular yo encendí un cigarrillo o moriría de abstinencia. Quería hacer como que no me interesaba lo que estaba hablando, peor sí me interesaba. Se llamaba Stella, no estaba con su padre, sino con su niñera. Me pregunté en ese momento dónde estaría él, ya que no tenía con quién más dejarla, ni siquiera con sus tíos. Quizás era una persona ocupada con el trabajo, quizás trabajaba en el mismo hospital que Gabrielle, tal vez había tenido razón, ella había estado con otro y... Comencé a darme cuenta de algo, pero no quise verlo, porque no quería saber nada en ése momento.

Cuando cortó la llamada me acerqué y le devolví el dinero que había dejado, ya había pagado yo.

-te invité a almorzar yo, pago yo... -le dije como si eso fuera obvio, es que sí se me hacía obvio, sabía que no me gustaba que me hagan eso cuando invitaba yo. Por lo que había escuchado iban a traer a la niña con ella, y yo no soportaría ver eso. Pero había algo que había quedado haciendo ruido en mi cabeza, y que no me animaba a preguntarle, no después de todo lo que acababa de provocar, porque de no haber sido de mi pobre actuación con la secretaria de mi jefe, seguiríamos en la mesa.

-¿qué quisiste decir con eso? -le pregunté mirándola, acercándome un poco para que me responda y no se vaya sin acerlo, ya que se estaba despidiendo de mi.

Puse el dinero en su bolso de nuevo cuando ella no se lo esperaba, si había algo que me caracterizaba era que no entraba en razón, mucho menos en momentos así, cuando estaba enojado. Si decía que era no, iba a ser un no a pesar de todo lo que me digan, y a pesar de que yo no podía llegar a tener la razón. Negué rápidamente con la cabeza porque ella no me había entendido, sí escuche y entendí lo que me dijo a lo último, sabía que se alegraba de verme, etc etc etc... pero yo no me refería a eso.

-si ibas a decirlo entonces sí tiene importancia -iba a decirle algo más, iba a reprocharle ciertas cosas que habíamos pasado y que no tenían nada que ver con el tema, pero su celular sonó y eso me obligó a quedarme en silencio. Quise irme de ahí, dejarla sola, me sentía una molestia. Pero me quedé, si iba a despedirme de ella no sería como la otra vez, quería despedirme bien.

Bajé la mirada, pero la miré rápidamente cuando escuché la voz de la niña que salía del celular. Fruncí el ceño levemente cuando noté cómo Gabrielle lloraba, sin embargo trataba con todas sus fuerzas no hacerle saber eso a su hija. Me gustó escuchar cómo le hablaba, la forma en que lo hacía, siempre supe que ella era una persona muy dulce, pero nunca la había visto así, fue como terminar de conocerla. Pero mi ceño se frunció aún más cuando le dijo a su hija que no era huerfana, no sabía a qué se estaba refiriendo, pero necesitaba explicaciones, sabía que había algo que tenía que decirme, y no me iba a ir hasta que me lo diga.

-¿entonces? ¿me dirás o no? explícame lo que está sucediendo -me reí con amargura y negué con la cabeza-. Déjalo así, no me digas nada, no tengo derecho a saberlo, ya no soy parte de tu vida -le dije pero más tranquilo, convenciéndome de eso a mi mismo.

Quise deshacerme de sus manos cuando tiró de mi para que caminemos hasta el callejón (me iba a violar) pero la seguí, en silencio porque ya no sabía qué decir. Cuando ella comenzó a hablar me di cuenta que era de esas veces en las que me daba cuenta que hay otras personas capaces de enfrentarme, de contradecirme y hacerme ver la realidad a toda costa. Gabrielle tenía la ventaja de conocerme, y estaba seguro de que sabía lo que hacía, ella había tenido su paciencia y ahora quizás la había perdido después de todas las cosas que le acababa de decir.

Bajé la mirada cuando dijo que la había hecho sentir que yo odiaba a la niña. Agarré la foto que me dio, no quería mirarla, pero lo hice. Fue entonces cuando las cosas comenzaron a encajar, todo fue a su respectivo lugar y ahora todo tenía un sentido y una explicación. Mi corazón comenzó a latir con más intensidad, si le buscaba un significado a las palabras de Gabrielle, a la situación y a la foto de la niña eso me daba como resultado algo que no podía creer.

La lluvia comenzó a caer con más intensidad y la foto estaba mojandose, por eso se la devolví. Ya no me sentía enojado, no sabía cómo me sentía, era como si no sintiera nada. Le di la espalda un momento y caminé unos pasos, alejándome de ella. ¿Estaba diciendome lo que yo creía que me decía? Sí, sí, eso había dicho.

Me volví a acercar a ella, pero no podía mirarla, miraba hacia la calle por donde iban y venían los autos.

-entonces... si no nos encontrabamos hoy, ni ningún otro día... no me lo habrías dicho nunca -dije,aunque en realidad estaba pensando en voz alta-. Me mentiste, porque me habías dicho que... -sí, me había mentido, pero yo la había lastimado, ahora no podía seguir diciendo que la niña no era mía, ni que Gabrielle tenía un amante en el hospital. El que se había equivocado había sido yo, pero ahora no sabía qué hacer.