Aburrirse y no querer hacer cosas que deberias hacer y de als que no hay tiempo (Verenice)

Una tarde cualquiera, al lado de un centro comercial, sin nada mejor que hacer que dar vueltas aburrido a la manzana mirando escaparates y más escaparates de tiendas que ni siquiera me gustaba, y es que el hecho de
que Aura estuviese de viaje y yo no hubiese podido ir por motivo de una antigua orden judicial se me hacía pesado, me aburría y mucho, ya había estado con mis colegas en las tiendas de cómics y de cervezas, pero cada uno tenía que recogerse para sus casas, ya fuese para estudiar porque estaban de exámenes de
final de curso o fuese porque tenían otros quehaceres de entresemana. Por mi parte nada… absolutamente nada.

Podría ir a casa a jugar a la consola… pero ni hablar pisaba yo aquel sitio hasta la noche, motivo… mi padre estaba trabajando, mi madre… estaba allí pero como si no estuviese, últimamente estaba muy rara, mi hermana Hayley, estudiando como no… Gini con sus quehaceres de la vida en la empresa Burberry y mi hermana Hylary… en el extranjero… la única que estaba ese día era mi abuela y no pensaba ir para que cuando me pusiese a hacer algo de lo que me gustase, se pusiese a intentar joderme intentando hablar conmigo o decirme lo peligroso que era ser policía… también podría sacar al perro pero hasta las 9 no le tocaba, le sacaba 3 veces al día incluso 4, pero este al contrario de cualquier otro perro, en vez de querer salir de casa… se escondía para no salir… era un flojo redomado.

Así, pensando en mis cosas me dirigía tan tranquilo por esa calle de Londres, las tiendas ya estaban cerrando, las calles se vaciaban muy lentamente pero aun había algo de gente por estas, las típicas del atardecer
londinense. Al girarme observé al final un puesto de helados por lo que eché a correr hasta llegar a este directamente exclamar como si nunca hubiese comido un helado:

¡Uno de doble chocolate con tropezones y caramelo por faaa!-exclamé a la dependienta, que me sonrió y me sirvió el cono de galleta más grande que había con las dos bolas de chocolate, lo que hizo caérseme la baba
mientras observaba de una forma cómica y después le daba las 3 libras que me costó. Y dirigirme andando hacia la calle paralela tirando obligadamente por un callejón que estaba al lado para acortar.